Adorándola
Con un mantra de suspiros
en aquel mugriento espacio
adorándola despacio
con instinto e ingenioso
hilvanó en ella un precioso
jardín para su palacio.
Al gratificante estar
del presente jubiloso
trajo un futuro insidioso
el tedioso despilfarro,
amor germinó en desgarro
cobarde, innoble, alevoso,
y aunque aún la idolatraba
se enredaba en enredarse
en sucumbir y enviciarse
con su deseo de querer
romper por miedo a romper
o incluso a veces matarse.
J.E. Uceda