Mi vida ha sido una continua búsqueda de esa zanja en la que siempre hubiese querido estar.
La Zanja
Apenas tocó mi piel
las manos que me acogieron,
mis ojos nublados vieron
el estampado universo
en el que en sentido inverso
mis minutos se exprimieron,
El tiempo era la lujuria
y el deseo la mirada,
solo existió entre la nada
aquella bendita zanja,
del cielo una escueta franja
por el éter perfumada.
Amé el surco polvoriento
que alimentaba a mis ojos,
la vida se hizo de antojos
y en paraísos escasos
desandé mis propios pasos
buscando entre los rastrojos
la ocasión inesperada
de unirme a tu caminar
y contigo regresar
a la sombra de ese sauce
a ese primigenio cauce
donde siempre quiero estar.
Juan E. Uceda