Pequeño Manifiesto
Antes de entrarte al acecho
conocí yo tus desechos,
coprófago de tu credo
me amamantaba en tus pechos
hasta eructar con provecho
en proceder reservado,
nada yo desaprovecho
y no estabas en barbecho,
pero me vi amenazado,
por el trajín de tu lecho,
y aunque erraba satisfecho
tu espalda fue de Damocles
lujuriosa en cada trecho
el izquierdo y el derecho
fluyendo sabiduría,
desde Bilbao hasta Estrecho
no había nadie, lo sospecho
que no hurgase en tus vergüenzas
o amara bajo tu techo,
me pregunté que habría hecho
para errar en mi erección,
mas no me sentí maltrecho
y disfruté sin cohecho
alistado en tu legión.
J.E. Uceda