Cómo no mencionar aquella tarde
aquella lluvia de hojas entre mi celo y tu silencio
aquel calor extraño regalo de los dioses
aquel rictus inopinado de tu cara
aquella inseguridad escondida en mi ser grave
aquel inédito malentendido del destino
aquella fragilidad disimulada de tu esencia
aquel crujir de miedos miserables.
¿Como no recordar aquella tarde?
si aún me traspasan sus luces y agonizo
si convalezco asfixiado por sus lágrimas
si de su cárcel de horas son barrotes tu ausencia
si no puedo caminar sin el aliento de su influjo
si sólo me queda de ti el fallido proyecto
si mi mano toco la tuya brevemente
si no tengo más que esa tarde y tu silencio.
¿Como no referir aquella tarde?
nunca mi aliento estuvo más cerca de tu aliento
nunca sentí por un ángel más ternura
nunca imaginé más bajas mis pasiones
nunca hubo un pasar más destructor del universo
nunca un adiós hizo sin pretenderlo tanto daño
nunca una despedida sembró en un alma tanta duda
nunca un final fue más final, definitivo.
¿Como no respirar aún de aquella tarde?
aún me impregno de su guiso de nieblas
aún me ahoga su humedad y eternamente
aún paseo tras tus pasos presurosos y huidizos
aún mi espíritu ante ti como un ópalo noble
aún el tuyo es esquivo y opaco a mi entendimiento
aún me sigue hiriendo tu hermosura
aún todo, como en esa tarde de ensueño.
¿Como olvidar aquella tarde?
sangro cuando me traspasa su recuerdo
sangro cuando se ensaña en mi el deseo
sangro si la melancolía me degolla
sangro golpeado por la inútil culpa
sangro si no lloro por la espera
sangro si me ensarta tu desprecio
sangro en este imperio de tu olvido.
Y desde aquella tarde sueño,
sueño con tu regazo y me estremezco
dudo, dudo de mis anhelos ilusorios
pienso, pienso en acariciarte con ideas
preño, preño mi pensamiento de rencores
huyo, huyo de mi terror a tu promesa
vivo, vivo intensamente por que amo
sufro, sufro intensamente por que vivo.
Juan E Uceda
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